miércoles, noviembre 6

Brit Marling: “Creo que el uso de la inteligencia artificial es un robo de las fuentes originales” | Placeres | S Moda

Robert Redford la llamó, hace ya 10 años, la voz de su generación. Él le dio su primera oportunidad en el cine a Brit Marling (Chicago, 41 años), indirectamente, seleccionando sus primeras películas (Sound of My Voice y Otra Tierra) en el festival creado por el legendario actor, Sundance. Hoy, por fin, tras el éxito truncado de The OA (cancelada con mucha polémica en su segunda temporada), Marling ya no necesita presentaciones en la industria. A pesar de que decidió coger el camino difícil, el incómodo, el que no aceptaba los estereotipos lanzados por Hollywood delante y detrás de la cámara. Colocándose en primera línea del #MeToo. Se lanzó a escribir por devoción, a contar historias y porque no encontraba ninguna que representara una visión real, compleja y justa del universo femenino. “Empecé a escribir simplemente porque no pude encontrar una forma de entrar en este negocio. No puedo interpretar un papel que me parece una representación pobre de una mujer, que va a ser un mal ejemplo para una hija, prima, amiga… No creo que tu sueño tenga que suponer sacrificar tus principios y tu dignidad”, decía en su lanzamiento más mainstream hace 10 años.

Marling no escribe dramas históricos ni comedias románticas. Prefiere la ciencia ficción, el thriller, el género casi inclasificable y no habitualmente asociado a mujeres creadoras. Le interesa la relación de la tecnología con nuestra sociedad presente y futura, cómo impacta en las dinámicas de poder y de género, cómo es solución y problema de la debacle medioambiental. Hablamos de alguien que fue la primera de su clase en Economía y Arte en Georgetown, que iba para alta inversora de Wall Street, quizá, pero que decidió marcharse a Cuba a rodar “un documental sobre artistas en un país comunista”. Casi 20 años separan aquel proyecto, Boxers and Ballerinas, de la serie que ahora estrena, Asesinato en el fin del mundo (recién estrenada en Disney+), escrita y dirigida junto a su colaborador habitual, uno de sus mejores amigos de la época universitaria, Zal Batmanglij. En ella vuelven a volcar todas sus preocupaciones sociales y generacionales sin perder de vista el entretenimiento de un whodunit (o relato policiaco). Y se deja un papel para ella en pantalla con mucho simbolismo.

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Brit Marling, en el rodaje de la serie ‘Asesinato en el fin del mundo’ con la directora de fotografía, Charlotte Bruus Christensen.CHRIS SAUNDERS / FX

Llevaban más de seis años con esta serie, una historia que parece importante personalmente para usted y en la que ocurren muchas cosas: true crime, investigación, conciencia medioambiental, responsabilidad tecnológica… ¿Por dónde empezaron?

Ocurren muchas cosas [se ríe]. Creo que ese fue justo el arranque para Zal y para mí. Estaban ocurriendo demasiadas cosas en el mundo y parecía imposible abarcarlas, entenderlas, atacarlas. El género del whodunit se popularizó en el periodo de entreguerras y hoy en día es una pregunta que nos hacemos ante todo lo que está sucediendo: ¿quién lo ha hecho? ¿Quién es el responsable? Si en el siglo pasado este género se desarrollaba en una mansión inglesa, hoy pensamos que su espacio ideal serían los feudos tech de Silicon Valley. Nos fascinaban también estos detectives amateurs que surgen online, se organizan y, a partir de su mente de colmena, resuelven casos abiertos. Y, por supuesto, que una chica joven, generación Z, nacida en este mundo, pueda mirar cara a cara a un multimillonario tecnológico. Nos parecía un mundo que podía ayudarnos a articular algunos de esos sentimientos complicados que estábamos teniendo sobre estar vivos en estos tiempos.

Hace tres años escribió una columna de opinión sobre la pobre representación de la mujer en cine y televisión, ¿es esta joven protagonista de la serie, Darby [Emma Corrin, que interpretó a Lady Di en The Crown], un intento de respuesta a esa reivindicación?

Sí, escribí aquella columna porque luchaba conmigo misma sobre la complejidad de la mujer en este mundo, toda la violencia que hay contra las mujeres en concreto que, en cine o televisión, se traduce en darnos el papel de víctima y ahora, novedad, perpetradora también de esa violencia tan masculina. Ser la mujer desnuda que muere al final del primer acto o la que dispara la pistola por ser, como dicen, “una mujer fuerte”. Pero hay otras fortalezas que salen también de la intuición, de la intimidad, del riesgo, de la vulnerabilidad. Espero que Darby sea una respuesta a todo eso. Tratamos de la violencia contra las mujeres, pero no nos regodeamos en ella, no mostramos cuerpos desnudos y cubiertos en sangre, no traficamos con esa imaginería que inunda nuestro mundo. Escribí el personaje de Darby pensando en el tipo de papeles que me habría gustado encontrar e interpretar cuando yo tenía esa edad y nunca me ofrecieron. Creo que así debe funcionar el feminismo o cualquier movimiento de resistencia: como un proyecto multigeneracional. Ver qué puedes hacer para mejorar la vida de las que vienen detrás de ti.

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¿Por eso dejó para usted el papel de pionera y mentora? ¿Es el lugar que ocupa ya en la industria?

Es bonito pensar que sí lo soy, pero solo las más jóvenes pueden decirlo. Escribí mi personaje Lee como esa mujer que destacó como hacker en un pasado exclusivamente de hombres, pero que salió quemada de aquello, acosada, humillada… No sé, por la huelga, cuánto más puedo decir sobre Lee, pero sí puedo decir que una de las cosas más importantes es tener un mentor, un referente. Y yo no lo tuve, no conocí a nadie que me ayudara cuando llegué a Los Ángeles. Fue muy duro porque tuve que descubrir sola mi camino y cometí muchos errores. Y desde que puedo, intento revertir eso, acabar con esa idea competitiva entre mujeres y por la atención masculina y crear relaciones de sororidad bonitas.

Ha estado al frente de muchas reivindicaciones, ¿nota, por fin, que se está produciendo algún cambio?

Es realmente emocionante ver que conforme más mujeres, gente de color, queer, o de cualquier otro grupo antes marginalizado están encontrando lugar en puestos de poder, más espacio hay para esas historias que llevamos años reclamando. Pero es un giro lento que está solo asomando, es solo el principio de todo.

Usted es el buen ejemplo de ese avance lento. Hace 10 años, precisamente, tuvo su gran momento en un Hollywood más masculino, pero luego la cancelación de The OA, con el tiempo que lleva sacar proyectos adelante…

Como contadora de historias que soy, mi objetivo es siempre arriesgarme, ir un poco más allá. The OA fue algo nuevo en ese momento en que Netflix estaba hambriento por riesgos. Y aún hoy recibo cariño de todas las partes del mundo por esa serie. Nunca me arrepiento de nada porque cuando escribo algo siempre pregunto qué valor tendrá hoy, mañana y dentro de años. Sí, ha sido un camino sinuoso el de los últimos años, pero estoy exactamente donde quería estar: contando historias que importen. No creo que nunca deje de escribir para seguir creando oportunidades para mí y para otros, contar esas historias que han estado desapareciendo de nuestro paisaje audiovisual. Quiero historias que me lleven a lugares en los que no he estado, no ver la enésima película de explosiones… y de esto van un poco las huelgas, de que nos estamos cargando el ecosistema para crear nuevas historias para nuevos creadores y nuevas audiencias. No puede ser todo la guerra de streamers y ganar más dinero… Y, por eso, creo también que el uso de la inteligencia artificial es un robo de las fuentes originales, para convertir una historia en otro producto.

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Como le dicen a Darby en la serie, le pregunto: ¿es duro ser la más lista de la sala?

[Se ríe] Ojalá pudiera enseñarte mi despacho para que vieras las montañas de libros y revistas y textos… Mi sentimiento es de absoluta humildad ante toda esa gente que sabe tanto, que escribe tan bien… Elena Ferrante, por ejemplo, ¿cómo crea esos mundos, esos personajes? Siempre he sido muy consciente del poco tiempo que tenemos y he tenido mucha hambre por aprender todo lo posible. No, no soy la más lista. Lo mejor que puedo hacer es estar siempre preparada para recibir esa historia que está ahí flotando y sirvo casi de canalización para contarla. Solo somos siervos de la reina y la reina es la historia.